¿Sabías que el tomate es un alimento de excelente calidad nutricional? Su bajo valor calórico sumado al perfil de vitaminas, sales minerales y compuestos bioactivos lo convierten en un aliado alimentario saludable.
¡El tomate es sin duda uno de los vegetales más consumidos en el mundo! Espera… ¿verduras? Sí, según la definición adoptada por la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), los tomates son hortalizas, o sea, una planta herbácea, una o más partes de las cuales se utilizan como alimento en su forma natural. Interesante, ¿no?
Para la producción de tomate, desde la producción hasta la poscosecha, la adopción de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) posibilita reducir los casos de contaminación química, física y biológica, permitiendo al consumidor tener alimentos más sanos y libres de Contaminación.
Los 4 puntos principales que deben observar los productores y técnicos, con el objetivo de obtener un tomate de calidad superior para el consumo humano, son:
– Condiciones higiénicas del entorno de producción;
– Calidad de los insumos utilizados en la producción (agua, suelo, fertilizantes, entre otros);
– Equipos asociados con el cultivo y la cosecha;
– Manipulación y transporte.
Además de las Buenas Prácticas, Anvisa, a través de su Programa de Análisis de Residuos de Plaguicidas en Alimentos (PARA), garantiza que los alimentos consumidos en Brasil no presenten riesgo de llevar a los consumidores a algún tipo de intoxicación.
Producir tomates no es una tarea fácil. Varias plagas, enfermedades y factores externos, como las variaciones en el clima y el suministro de nutrientes, son amenazas reales para los cultivos. Por lo tanto, todos los procedimientos utilizados para la producción de tomate deben coordinarse bajo estrictas condiciones de higiene, a fin de minimizar los riesgos potenciales para la salud del consumidor final.